lunes, marzo 26, 2007

me he equivocado muchas veces. he tomado un montón de decisiones de mierda en mi vida, es algo que tengo claro desde hace tiempo: no soy muy buena en esto de saber qué es lo que más me conviene. deberían encerrarme y darme de comer por debajo de una puerta, para que la única decisión del día fuese vivir o no. no es que eso me deprima mucho, lo de equivocarme tanto, pero hay mañanas que me aprietan en el pecho y no me dejan respirar. pienso en cómo es posible haber sido tan prometedora y haberme convertido en tan poca cosa. yo era prometedora, creo, aunque no sé en qué aspecto. nadie lo sabía, pero tenía ese aire. ahora me paso las horas encerrada, leyendo ecuaciones que ya no recuerdo, intentando encontrar dentro de mí aquello que había de prometedor. soy consciente de que podría pasar toda la vida sin encontrarlo; y puede que eso fuese lo más sensato, por una vez. cuando pierdes toda expectativa sobre ti mismo, sólo te queda que hacer una cosa: divertirte, que al fin y al cabo es lo he estado haciendo hasta este momento.

viale castro pretorio (roma, 2 Marzo 2007)

espero en el café de la biblioteca nacional. estoy tomando el tercer capuchino de la mañana mientras llega platón. la mitad italiana de platón es muy impuntual, su mitad galesa muy culpable, así es que llegará con una hora de retraso deshecho en disculpas. yo soy puntual y pocas veces me siento culpable. la última vez que había estudiado en una biblioteca pública montaba en bicicleta. y no soy holandesa, no pudo ser.

mi vida se ha convertido en algo muy extraño desde que vivo en roma, hace casi dos meses, o dos meses enteros, ya he perdido la cuenta. en el avión que volaba desde berlín hasta aquí una mujer con un jersey de lana rosa estaba sentada a mi lado. cuando despegamos se puso a hablar con dios, a pedirle en italiano que nos dejara vivir. tenía como un cable directo al cielo porque cerraba los ojos y murmuraba en italiano y se paraba a escuchar y asentía. cable directo al cielo. no me gustan los despegues, no me fío de las leyes por las que algo tan grande sube hacia arriba; desafían a la vida diaria, estas putas leyes, al sentido común. y las conozco, que si no también me buscaría un cable para hablar con dios, hasta en el último rincón de mi locura escarbaría para encontrar el jodido cable. cuando el avión tocaba tierra romana y ya estaba claro que muy borracho tenía que ir el piloto para estrellarnos, la mujer se puso a rezar de nuevo. daba gracias ella, por vivir. con unas gafas viejas, el pelo quemado y ese aire de ser una versión más pobre, más desgraciada y, joder si eso fuese posible, más mongola que bjork en bailando en la oscuridad. un desastre, esta mujer del avión. y no sé por qué razón me acuerdo de ella tantas veces. y pienso: qué jodido es todo.

me botaron a roma por culpa del rollo de los pies. es un tema delicado el de los pies. me creo muy enrollada por eso, porque las manías, la soplapolleces de cada uno, te hacen parecer un ser excéntrico y excepcional. como esa historia de no ir pisando las rayas de la calle. ¿qué quieres que hagamos contigo? ¿no la pisas? ¿tienes que ir saltando como un mono asustado? ¿qué se supone que hay que hacer? ¿aplaudirte por ser tan imbécil?

viernes, marzo 16, 2007

- buenas noches, zorras.
- ¿cómo lo llevas, eunuco?

la parolaccia (roma, 10 febrero 2007)

empezamos suave. entramos en la parolaccia, el trastevere, roma. buena comida, mejor vino, tirando a caro, insultos gratuitos. en la parolaccia los camareros te insultan, porque pueden y deben. en justo cambio, tú puedes insultarlos a ellos. para ir a la parolaccia tienes que dejarte todo lo que tienes de sensible en casa, que se joda sin salir. llevo allí a micaela, para celebrar mi cumpleaños.

- ¿por qué coño tenemos que ir a ese antro, dani?
- es mi cumpleaños, me gusta ese sitio.
- ¿qué te insulten? ¿eso es lo te gusta?
- la pasta de calabaza está buenísima, y lo sabes.
- menudo regalo de cumpleaños, que te llamen zorra unos romanos gilipollas.
- no, ese no es mi regalo, micaela, amor
.- no, claro que no, serás puta.
- así me gusta, ese es el espíritu.

recojo a micaela en fiumicino con el jaguar. le ha debido robar la camiseta a una niña porque sus tetas están pidiendo oxígeno a gritos. es una cabrona muy guapa, mi hermana. cuando ve mi coche me mira con esa mirada larga de madre que tanto le gusta ponerme. esa mirada de profunda preocupación que tan bien sabe ponerme, como si le importara tres pares de cojones lo que pasa conmigo a la puta impostora esta.

- un poliziano, rosso di montepulciano 2004, para las calientabraguetas.
- gracias, pedazo de mierda impotente.

micaela es morena y una calientapollas en toda regla. lo sabe hasta el camarero.

se supone que micaela ha venido a roma a verme. quiere saber qué estoy haciendo, quiere poder contarle a mi madre algo que la deje dormir por las noches. cree, dice micaela, mi madre que estoy metida en algún asunto sucio. eso no es muy propio de mi madre. a mis padres dejó de importarles una poca mierda lo que yo hago desde que dejé el doctorado y me puse con lo de los coches. no es que no me quieran, es que no me entienden y, para sobrevivirme, tienen que pasar. así es que micaela no está aquí por eso. mi Julieta recorrería medio mundo en zapatillas para salvarme de cualquier cosa, si ella creyese que estoy en peligro. su preocupación por mí es muy distraída pero sincera, la de micaela no pasa de ser un tema de conversación. así es que no está aquí por eso, y se lo digo.

- ¿de qué estás hablando?
- digo que mamá no te ha dicho que vengas, que no has venido para saber si estoy viva o muerta, que no has venido para saber si tráfico con niños, que no has venido para ver si me estoy tirando a un capo. digo que no sé a qué has venido. propongo que digamos que has venido a celebrar mi cumpleaños y a despejarte del somnífero potente que tienes como marido. digamos…
- cállate, guapa, déjalo ya. nadie te ha pedido una exhibición de tu inmensa capacidad de deducción que, por lo visto, las drogas no han conseguido frenar.
- el sarcasmo, ¿qué coño era eso? ¿un poco de sarcasmo?, no se te da muy bien. te lo digo como hermana, ya sabes, un consejo para que no vayas por ahí…
- que te calles.

me cuenta que ha tenido una aventura. el afortunado amante resultaba ser uno de los cocineros estrella de su restaurante, un tal ricardo, roberto o rigoberto, un tío de unos cincuenta que tiene un polvo. me cuenta que ha estado muy colgada de él pero que ahora lo ha dejado. parece una asmática en plena crisis mientras habla, un pez fuera del agua. no está en su elemento confesándose conmigo. me está contando cosas muy guarras y me la estoy imaginando haciéndole una mamada al cocinero; él lleva una cuchara de palo en la mano y no sé si esto es del todo erótico. seguro que le salen bien las mamadas; esta tía sabe hacer cuatro cosas en la vida, pero en lo que sabe, es una profesional. como no puede ser que micaela viera porno de joven, supongo que aprendió a hacerlas a base de práctica; me siento, repentinamente, orgullosa de ella.

- ración doble de parmigiano para la cabeza de fregona.
- ¿no te gusta mi peinado, guapo?
- me pasaría la noche limpiando el suelo de restaurante con ese pelo.
- yo, en cambio, pasaría la noche con esa cosa tuya metida en mi boca.
- calientapollas de mierda, de mierda, de mierda….
- así así, amor, eso nos gusta mucho más.

le paso la lengua al borde de la copa mientras hablo con el camarero y micaela se mete en la boca el cuello de la botella vacía de vino. lo que yo decía. una pareja italiana nos mira con cara de no entender nada. nosotras estamos borrachas y no paramos de reírnos. hacía mucho tiempo que no me reía tanto.

- ¿se folla mucho siendo espía, danita?
- no, en realidad, se folla muy poco. verás, en mi experiencia como agente de la puta s.o.i.a. te puedo jurar que he echado un total de cero polvos. estoy salvando al mundo, ya sabes… oye, capullo ¿vas a tardar mucho en traernos la cuenta? porque, no sé por qué, hay profesiones que son mejor para follar. lo de los coches era bueno para eso, era como ser marinero.
- genial, a lo mejor me pongo a traerme coches desde alemania.
- tú no sabes conducir, idiota, sólo sabes ir por ahí chupándosela a todo el mundo.
- oye, ¿tú has visto como me habla la retrasada de mi hermana pequeña, cabrón estafador?