- todavía no comprendo qué pinto yo en todo esto.
- tienes toda la razón, quizá debiera ya explicarte por que pedí a toto que te invitara a verme. se hace tarde... toto llegó anoche a amsterdam en tu coche y créeme cuando te digo que tenía razones suficientes para hacer lo que hizo.
- a mí se me escapan, la verdad.
- comprendo que te molestara, comprendo que anoche estuvieras furiosa pero toto es un buen chico. el asunto que lo trajo aquí anoche era de extrema urgencia y reaccionó de la mejor manera que pudo. no es muy listo, tal vez, pero es un buen chico.
- de acuerdo, en realidad, ya no sigo enfadada.
- bien, la ira sólo te lleva con seguridad hacia una úlcera. el caso es que toto llegó en aquel coche y, una vez solucionado el asunto que lo trajo aquí, hablamos durante un largo rato. me habló de tí, daniela. me dijo que tenías el carácter de toda italia metido en la mirada y que estarías echando humo por lo del coche.
- lo cierto es que no estaba muy feliz. se me llevan los demonios cuando me roban tanta pasta.
- sin embargo, no llamaste a la policía.
- no fue por toto que no llamé. mi amigo josh me pidió que no lo hiciera.
- bien, escuchaste a tu amigo antes que a tu ira. eso parece muy italiano, los amigos, la familia,...sois una gente apasionante.
- yo no soy italiana, señor thomas. soy española.
- lo mismo da, querida, ambos teneis un concepto apasionante de la lealtad.
- no lo sé, señor thomas, ¿qué haría usted por alguien como su amigo jack?
- lo que él me pidiera.
- ¿lo ve? ahí está, su apasionante concepto de la lealtad.
- touché. toto me contó a qué te dedicabas, me habló de los coches, de tu amigo jerome. me dijo: no podría decirle si ella es buena o es mala. esa frase me impresionó. no sé trataba de que él no supiera que decir sobre tí, lo que parece normal cuando has conocido a alguien sólo unas horas...es que realmente, estaba desconcertado y resumió en esa frase todo su desconcierto.
- no puedo creer que quisiera conocerme por una frase de toto.
- no, desde luego, también está lo de tu nombre, daniela maggio.
- en realidad, prefiero que me llamen dani.
- son tus iniciales lo que me inquietan, me parecieron una señal. daniela, lo que quiero es que tú encuentres a denise marin.
- su nieta...
- sí, en el caso de que exista, en el caso de que sea mi nieta, quisiera que fueras tú quien la encontrara. tienes el tiempo, tienes el espíritu, y yo estoy viejo y tengo el presentimiento de que debes ser tú.
- no me dedico a buscar gente, señor thomas, no sabría ni por donde empezar. ¿ha probado a buscarla en internet?
- no, no, no. no sé encender uno de esos cacharros y esa no es la forma de acercarse a alguien, en todo caso. necesito que alguien la encuentre, que alguien le explique antes de verme con ella.
- existen profesionales, gente que cobra por encontrar a otra gente, gente que sabe donde buscar.
- tienes toda la razón. sin embargo, estoy empeñado en que seas tú.
la gente rica es caprichosa. todavía no entiendo qué motivó a duncan thomas a ofrecerme 10000 euros por encontrar a su nieta. en cuanto a mí, bueno, mentiría si dijera que no sé que me motivó a aceptar el trato.
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