- no creerás lo que tengo que contarte. ha sido de lo más surrealista....
- pruébame, pequeña, estás como loca ¿no? ¿vas puesta de algo?
- que no, que no, es lo que me ha pasado...
- te he estado llamando, estaba preocupadísimo...no sabía si estabas viva o muerta, si te habían raptado unos traficantes de blancas holandeses, no sabí...
- anda, anda, no flipes tanto y déjame contarte.¿me vas a dejar que te cuente?
- dale. estás viva, eso está bien.
la historia del señor thomas I
duncan thomas nació en alemania en 1927. entonces se llamaba duncan goldsmith y, en vista de lo que se les venía encima como judíos alemanes que eran, sus padres lo mandaron a inglaterra con el proyecto kindertransport. en 1938, duncan llega al sur de inglaterra donde vive una hermana de su madre, christine, casada con un capitán de la marina británica de su majestad y toda la pesca, llamado alexander thomas. los thomas acogen a duncan como a un hijo, le dan su apellido, educación y comida en un momento jodido del cagarse, y a cambio el niño se porta como un campeón, no da la coña y se encabrona todo lo imaginable con los nazis.
a los 16 años, duncan es enviado con otros miles de ingleses a la operación aliada conocida, en nombre clave, como overlord. era 6 de junio de 1944, de madrugada, cuando duncan se lanza con un paracaidas sobre el sector de montebourg, en la costa francesa, dispuesto a matar alemanes como un loco. una vez en el suelo, se mete de lleno en la guerra, con sus tiros por aquí y sus tiros por allá, los compañeros muertos, los compañeros con miembros amputados, el sentimiento de culpa por no morir y toda la pesca de una batalla sangrienta. el señor thomas sufre con los recuerdos y acelera en esta parte de la historia.
el caso es que mientras que está allí, recuperándole el territorio a los gabachos y matando nazis, duncan conoce a isobel. isobel tiene 20 años, está como un queso y se lo sabe ya todo en la vida. se enrollan y se pegan montones de polvos emocionantes. después de cada uno, se despiden con lágrimas, por si no vuelven a verse y, aunque ninguno conoce el idioma del otro, llegan a entenderse lo básico para reencontrarse y repetir una y otra vez.
- pruébame, pequeña, estás como loca ¿no? ¿vas puesta de algo?
- que no, que no, es lo que me ha pasado...
- te he estado llamando, estaba preocupadísimo...no sabía si estabas viva o muerta, si te habían raptado unos traficantes de blancas holandeses, no sabí...
- anda, anda, no flipes tanto y déjame contarte.¿me vas a dejar que te cuente?
- dale. estás viva, eso está bien.
la historia del señor thomas I
duncan thomas nació en alemania en 1927. entonces se llamaba duncan goldsmith y, en vista de lo que se les venía encima como judíos alemanes que eran, sus padres lo mandaron a inglaterra con el proyecto kindertransport. en 1938, duncan llega al sur de inglaterra donde vive una hermana de su madre, christine, casada con un capitán de la marina británica de su majestad y toda la pesca, llamado alexander thomas. los thomas acogen a duncan como a un hijo, le dan su apellido, educación y comida en un momento jodido del cagarse, y a cambio el niño se porta como un campeón, no da la coña y se encabrona todo lo imaginable con los nazis.
a los 16 años, duncan es enviado con otros miles de ingleses a la operación aliada conocida, en nombre clave, como overlord. era 6 de junio de 1944, de madrugada, cuando duncan se lanza con un paracaidas sobre el sector de montebourg, en la costa francesa, dispuesto a matar alemanes como un loco. una vez en el suelo, se mete de lleno en la guerra, con sus tiros por aquí y sus tiros por allá, los compañeros muertos, los compañeros con miembros amputados, el sentimiento de culpa por no morir y toda la pesca de una batalla sangrienta. el señor thomas sufre con los recuerdos y acelera en esta parte de la historia.
el caso es que mientras que está allí, recuperándole el territorio a los gabachos y matando nazis, duncan conoce a isobel. isobel tiene 20 años, está como un queso y se lo sabe ya todo en la vida. se enrollan y se pegan montones de polvos emocionantes. después de cada uno, se despiden con lágrimas, por si no vuelven a verse y, aunque ninguno conoce el idioma del otro, llegan a entenderse lo básico para reencontrarse y repetir una y otra vez.
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