miércoles, junio 14, 2006

esta mañana me desperté metiendo. no es que me haya despertado y me haya puesto a meter; es que estaba metiendo desde antes de abrir los ojos.

ayer me pasé el día dándole vueltas al asunto de como abordar a denise, de como atraparla sin que se asuste. el sábado la esperé en el café al final de la rue de trévise. cuando vino, se sentó y quiso saber para que quería la cámara, ella podía ayudarme a elegir una. pude haberle dicho que sólo quería hacer unas fotos de la ciudad pero, en lugar de eso, volví a liarla. le metí un bolo del quince porque, puestos a mentir, mejor hacerlo en grandes cantidades. le conté mi curro, el de verdad, y le dije que unos amigos que hacían una revista querían meter un reportaje al mes sobre la noche en distintas ciudades de europa. como nunca volvía a españa por la misma ruta (eso es más o menos cierto) pensaron que sería una gran idea que yo fuese su reportera nocturna. sólo tenía que salir de marcha por el mundo, hacer fotos y luego contar una historia sobre donde están las copas más baratas, los tíos más cañón y la droga más fácil. como parís era mi primera ciudad, necesitaba una cámara. denise estaba flipando, me miraba con unos ojos enormes y se reía a su estilo cada dos frases. en realidad, la historia molaba pero tampoco era un despelote. es que es rara que te cagas, la notas.


el caso es que vamos a comprar una cámara con un objetivo tal y cual, cojonudísimo para las fotos de noche y que me cuesta un puto riñón, a la tienda de su amigo. me pregunto a mí misma unas 20 veces que qué cojones estoy haciendo gastándome esa pasta y metiendo esas bolas absurdas. me lo pregunto, pero no encuentro respuestas y estoy que no tengo freno, diciendo una mentira detrás de la siguiente. como soy satanasa, a la media hora de salir de la tienda y de invitar a denise a una cerveza, me está pidiendo que la lleve con ella una noche. me siento una gusana pero le digo que me encantaría, y que la llamaría pronto.

ayer no paraba de darle vueltas a esta movida. al final de la tarde llamé al señor thomas y le conté todo con detalle. cuando terminé le dije:
- y es que, la verdad, yo no soy ninguna detective, y a la que puedo me meto una marcha y soy irresponsable y estoy tarada y lo cierto es que no sé como voy a decirle a denise quien, déjeme decirle, parece una buena persona que soy un fraude y que trabajo para un tío al que no conozco y que si hace el favor de acompañarme después de todo la que he liado, porque si mi esfuerzo imaginativo no ha valido la pena tal vez debería dedicarme a vender salchichas. ¿usted cree que la puedo conmover lo bastante como para que me acompañe a verle a usted en amsterdam? porque yo tengo mis dudas, señor thomas. y, además, echo de menos conducir y me duelen los pies.
- daniela, has encontrado a denise, la has conocido y la volverás a ver. has sabido hacer todo eso y, cuando llegue el momento, lo sabrás y le contarás a la chica lo que debe saber. si hubiese querido pagar a alguien sin imaginación habría mandado a jack a hacer el trabajo.
- yo es que no sé quien es jack así es que no puedo saber de qué me habla, señor thomas.
- daniela, deja de hablar como una colegiala y sigue adelante.
- joder, me está sermoneando...
- sí, soy tu jefe y puedo hacerlo. sé una buena chica, tranquilízate y piensa en lo siguiente que vas a hacer con denise ¿de acuerdo?
- vale, lo haré. le llamaré pronto, señor thomas.
- te estaré esperando.

tenía unas ganas locas de pirarme de parís. coger mis cosas y largarme a buscar un coche a colonia. correr por la carretera, poner la música toda pastilla y olvidarme de duncan thomas para siempre. lo que hice, no obstante, fue llamar a mimi y suplicarle que me sacara un rato por la noche. me dijo que claro, que iríamos a cenar al buddha, que ya tenía reserva. ponte guapa, doudou, el buddha no es uno de esos antros en los que tú te metes a comer sandwiches. que te jodan, mimi.


el capullo de jerome no quiso apuntarse con la excusa de que hoy curraba y que ya sabía como nos las gastábamos pero al final fue mejor así porque pude contarle con detalle a mimi lo que había hecho con santino la última vez. a mimi le gusta tanto hablar de guarreo como guarrear, así es que nos pegamos la cena hablando de polvos.
- ¿qué coño es eso del cristo invertido?
- vale, me pone boca abajo. me ata las manos a la cama como si estuviera en la cruz. me une los pies con un lazo, no demasiado fuerte, uno sobre otro. y entra.
- ¿y?
- me pongo a mil con el cristo invertido. es una de las gilipolleces de santino pero me pone de la hostia.
- joder, dani, no te imagino atada...
- luego me suelta, mimi, sólo me ato lo justo.

mimi se está tirando a un tal harry de su empresa. el notas para en parís unos días y ella ha aprovechado para visitarnos a todos y seguir metiendo con harry. a la una ya quiere pirarse al hotel a por su ración de la noche. me deja con el taxi en la puerta de casa y me grita: ¿por qué no te lo tiras?

estoy un poco puesta delante del espejo. me lavo los dientes y me miro fijamente. cuando voy a la cama de jerome y le susurro hola, estoy muy cerca de su cara. me mira, le digo te quiero y le beso. me sonríe y me hace hueco. cuando entro en la cama le beso los hombros muy despacio. me pregunta: ¿qué haces, gatita?, pero no contesto y le muerdo. le lamo el costado y el estómago hasta que lo noto duro y, entonces, sigo bajando. estás muy rico, jerome. él hace ruidos y me estoy poniendo como una moto pero no quiero que me toque, no está noche. sigo hasta que se corre y lo dejo dormir.
esta mañana jerome me está dando suave, desde atrás, y no puedo verle la cara. le pregunto: ¿qué hora es? pero no dice nada y me clava los dedos en las caderas. me da más fuerte y me pregunta: ¿te gusta así? le contesto que sí y pienso que es raro hablar con el angel de esto, pero me gusta y no voy a ponerme a pensar ahora. me dice quiero verte bien y se coloca debajo de mí.
son 7 de la mañana. me estoy cabalgando a jerome.