miércoles, junio 14, 2006

- ¿dónde coño te metes, dani?
- estoy de camino a amsterdam.
- ¿vas en un coche? ¿qué haces de camino a amsterdam?
- claro que voy en un coche. ese cabrón viejo y retorcido me ha estado engañando. está en parís pero no hace más que negarlo.
- ¿por qué vas a amsterdam?
- porque así le podré demostrar que me está mintiendo.
- ¿en qué coche vas?
- en uno que he alquilado.
- dani, ¿estás enfadada?
- claro que estoy enfadada, jerome, el viejo me está tomando el pelo. no pienso meter a esa tía en toda esta mierda hasta que no sepa por que no me dice la verdad.
- no, digo si estás enfadada conmigo.
- ¿por qué voy a estar enfadada contigo, doudou?
- no lo sé...lo de la otra mañana.
- jerome, tú eres un angel, tu polla es dulce y me hace volar, ¿por qué iba a enfadarme contigo?
- no lo sé, pequeña. es sólo que hace dos días que no te veo.
- mañana volveré, no te rayes ¿de acuerdo?
- vale. oye, ¿cómo sabes que duncan está en parís?
- por el perro, el perro de tu calle. ya sabes...ese perro marrón.
- ¿qué perro?
- el perro suicida, jerome. ese perro.


antoin, el perro suicida

desde que estoy en parís veo al perro todas las noches en la calle de jerome. sólo sale por las noches porque es un perro listo; sabe que si pasa mucho tiempo a la vista alguien llamará a la perrera. ya no se ven perros en las calles, él lo ha notado. no sé porque quiere morir pero sé que busca eso cuando se tumba en mitad de la calzada. se queda quieto, echado en la calle, esperando a que alguien se lo lleve por delante. no tiene suerte, no ha debido tenerla nunca. siempre para algún coche, su conductor se baja, le grita, lo hace correr y todo termina en eso, una noche más. me cae muy bien el chucho, me he hecho su amiga y le llevo jamón de york siempre que bajo. es una gilipollez hacer eso. un día lo voy a encontrar muerto y me voy a sentir mal que te cagas pero, qué huevos, todos vamos a morir.

el caso es que anoche bajé a comprar algo de cena. llevaba la ración de jamón de antoin metida en una bolsa. en medio de la avenida, un poco más adelante había un coche parado y el conductor, un tarado gigantesco, estaba gritándole en inglés a algo que había delante de él, mi pequeño antoin. cuando empecé a correr y a llamar al perro para que viniera conmigo, ocurrió. el notas enorme dejó de gritar, me miró a los ojos durante un segundo, y saltó dentro de su buga. entonces, me fijé bien. no había visto a ese hombre en toda mi vida pero conocía el coche, lo llevo viendo en parís desde que llegué. lo vi en la place pigalle, cuando creí ver al señor thomas. lo vi pasar frente al colegio, cuando esperaba a valerie. lo vi aparcado en esta calle, cuando volví de cenar con mimi. me apostaría una mano a que el gilipollas inglés que le gritaba al pobre antoin se llama jack, y a que el señor thomas estaba en parís esta mañana.