nunca debí meterme en esto. dice jerome que no puedo ser tan impulsiva. eso es lo que me decía el señor thomas, o quien carajo sea ese cabrón, la otra noche: has resultado muy poco reflexiva, daniela. no me gusta que me llame daniela, ya se lo he dicho antes, inglés hijodeputa.
no recuerdo casi nada de lo que pasó en amsterdam. llevo cuatro o cinco días metida en la habitación de jerome, apenas entra luz, apenas he podido moverme, apenas he podido pensar. se me vienen frases a la cabeza, no sé si las he oido o si las estoy inventando. duncan thomas me dice algo de los fractales.¿cómo puede saber él lo de los fractales? me habla de ju, pero no puedo recordar la conversación. me está echando un puteo, ya no es un viejo inglés amable y educado.
intento recordarlo todo pero nada permanece demasiado tiempo, se desvanece la idea, y no consigo armar el puzle. me cuesta que te cagas razonar. llego a amsterdam por la tarde, sin plan. empiezo a pensar que es un error haber venido, quizá sólo vine para no tener que rayarme con jerome, después de lo que pasó. aquello parece muy lejos ahora. jerome me cuida y me da calor, tengo mucho frío desde que estoy aquí.
llego a la magna plaza, donde conocí al señor thomas, y doy vueltas cerca del portal hasta que alguien abre la puerta. entro y busco en los buzones el nombre, pero no encuentro nada que me resulte familiar. era un segundo piso a la izquierda. recuerdo a toto, subiendo conmigo. no sé qué hacer, estoy aquí plantada como una gilipollas cuando, de repente, llamo al timbre. no sé por qué lo he hecho. a veces, mi estupidez es más rápida que yo.
no tengo fuerza en los dedos, la habitación gira como una noria. hay una silla que flota, la llevo viendo todos estos días. jerome dice que me encontró en el portal, dormida, envuelta en un abrigo tres veces más grande que yo. dice que estaba pálida y temblaba. el frío no me deja. eres un angel, gracias por todo. dice que leyó la nota y llamó al doctor miracle. dice el doctor que me han drogado a base de bien, pero que me repondré pronto. desconfía siempre de la gente que conduzca un coche verde, de quien se ría demasiado, de quien colecciona, de quien te dice que confía en tí sin conocerte.
me abre la puerta una froilan de 300 años. ¿es usted la muerte, froilan?¿no es usted la que debería buscarme a mí? la muerte no habla inglés pero sonríe mucho. le pregunto por el señor thomas. thomas, duncan thomas. me dice que no con la cabeza, se echa hacia atrás, y me indica que está sola. parece un lugar distinto aunque estoy segura de que estoy en la misma casa. el suelo, el dibujo de los fractales. ¿qué me dijo él?
le digo al señor thomas que estoy en amsterdam, que la investigación me ha llevado hasta allí. nos vemos en un café oscuro, en el centro de la ciudad. no puedo explicar qué hago aquí, todo era muy sencillo y lo he decepcionado. no es algo personal, señor comosellame, los decepciono a todos. antes o después, acabo haciéndolo.
no consigo ordenar las piezas de mi memoria. encuentro al menos diez historias absurdas para todo esto, pero siempre tienen algo en común. yo no encajo en ninguna de ellas.
no recuerdo casi nada de lo que pasó en amsterdam. llevo cuatro o cinco días metida en la habitación de jerome, apenas entra luz, apenas he podido moverme, apenas he podido pensar. se me vienen frases a la cabeza, no sé si las he oido o si las estoy inventando. duncan thomas me dice algo de los fractales.¿cómo puede saber él lo de los fractales? me habla de ju, pero no puedo recordar la conversación. me está echando un puteo, ya no es un viejo inglés amable y educado.
intento recordarlo todo pero nada permanece demasiado tiempo, se desvanece la idea, y no consigo armar el puzle. me cuesta que te cagas razonar. llego a amsterdam por la tarde, sin plan. empiezo a pensar que es un error haber venido, quizá sólo vine para no tener que rayarme con jerome, después de lo que pasó. aquello parece muy lejos ahora. jerome me cuida y me da calor, tengo mucho frío desde que estoy aquí.
llego a la magna plaza, donde conocí al señor thomas, y doy vueltas cerca del portal hasta que alguien abre la puerta. entro y busco en los buzones el nombre, pero no encuentro nada que me resulte familiar. era un segundo piso a la izquierda. recuerdo a toto, subiendo conmigo. no sé qué hacer, estoy aquí plantada como una gilipollas cuando, de repente, llamo al timbre. no sé por qué lo he hecho. a veces, mi estupidez es más rápida que yo.
no tengo fuerza en los dedos, la habitación gira como una noria. hay una silla que flota, la llevo viendo todos estos días. jerome dice que me encontró en el portal, dormida, envuelta en un abrigo tres veces más grande que yo. dice que estaba pálida y temblaba. el frío no me deja. eres un angel, gracias por todo. dice que leyó la nota y llamó al doctor miracle. dice el doctor que me han drogado a base de bien, pero que me repondré pronto. desconfía siempre de la gente que conduzca un coche verde, de quien se ría demasiado, de quien colecciona, de quien te dice que confía en tí sin conocerte.
me abre la puerta una froilan de 300 años. ¿es usted la muerte, froilan?¿no es usted la que debería buscarme a mí? la muerte no habla inglés pero sonríe mucho. le pregunto por el señor thomas. thomas, duncan thomas. me dice que no con la cabeza, se echa hacia atrás, y me indica que está sola. parece un lugar distinto aunque estoy segura de que estoy en la misma casa. el suelo, el dibujo de los fractales. ¿qué me dijo él?
le digo al señor thomas que estoy en amsterdam, que la investigación me ha llevado hasta allí. nos vemos en un café oscuro, en el centro de la ciudad. no puedo explicar qué hago aquí, todo era muy sencillo y lo he decepcionado. no es algo personal, señor comosellame, los decepciono a todos. antes o después, acabo haciéndolo.
no consigo ordenar las piezas de mi memoria. encuentro al menos diez historias absurdas para todo esto, pero siempre tienen algo en común. yo no encajo en ninguna de ellas.
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