miércoles, junio 14, 2006

- la vida es un festín de cuernos. lo único seguro en este mundo es que nada es seguro. ..ni siquiera tú, aunque tienes mis ojos, supongo que tú sí eres de mi sangre. tienes exactamente mi color de ojos, ¿te habías fijado?
- sí.
- ¿te he contado que yo era la única mujer de ojos azules de la isla?
- sí, abuela.
- cállate niña, no me llames así. yo te llamo daniela porque ese es tu nombre, llámame tú por el mío. me llamo chiara, chiara nero ¿está claro? nada de abuela.
- vale, vale.
- ¿te he contado ya que era la mujer más guapa de la isla? ningún hombre, como lo oyes, daniela, ningún hombre en la isla podía quitarme los ojos de encima cuando pasaba. ¿sabes lo que eso significaba?
- no tengo ni idea.
- significaba que yo tenía poder sobre ellos. tu hermana es estúpida en todo lo demás pero sabe como usar el poder sobre ellos.
- ¿de qué hablas?
- los hombres son criaturas hermosas cuando creen que te aman. conocí a todos los hombres de esta isla y, casi todos, podían ser bellos de alguna forma porque, cuando creen que te aman, se llenan de luz.
- ¿y tú qué eras? ¿una especie de puta del pueblo?

la hostia que me sopló mi abuela en aquel momento se me quedó marcada en la cara durante días. me dijo: yo he hecho siempre lo que me ha dado la gana, no conocerás a nadie más libre que yo. las putas no son libres, que no se te olvide nunca.

tutto in me è una pura contraddizione

chiara nero solía decirme: todo en mí es una pura contradicción, no intentes comprenderme. escucha y aprende, pero no intentes descifrar el enigma porque hay cosas que, sencillamente, no se pueden explicar.

aprendí a conducir con 15 años, en la isla de ischia. mi abuela me enseñó. la furgoneta se llamaba antonella II, era alta y estrecha, inestable que te cagas y tenía los frenos destrozados. mi abuela la conducía como si fuera un fórmula I, y nunca miraba hacia adelante cuando estaba al volante. me miraba y hablaba sin parar: no tengas miedo, los coches pueden oler el miedo, son como animales. lo primero que hay que hacer es ponerles un nombre; si no hablas con ellos, se vuelven ariscos. no debes permitir que eso ocurra pero, sobre todo, no les tengas miedo. conocía aquel lugar como la palma de su mano.

me pasé el verano corriendo con antonella II de un lado a otro de la isla. llevábamos sus vinos a los restaurantes, los hoteles y el puerto, donde embarcaban hacia otras islas y nápoles. mi abuela era la dueña de un pequeño viñedo y le encantaba cuidar todo el proceso de elaboración, le encantaba llevar el vino con su furgoneta y sacar las cajas sin ayuda. era pura energía.

no sé por qué me he acordado tanto de chiara estos días. me gustaría que estuviese aquí, me gustaría que fuese a ver al señor thomas. él se enamoraría de ella y le diría: dígale a su nieta que todo ha terminado, que se quede con el dinero y que tome 20000 más por todo lo que ha pasado, que no volverá a saber de mí, dígale todo eso, chiara nero.

pero ella no está cerca. creo que está en roma, pasando la primavera. ella me dice: cuando te sientas sola, comprende esa sensación, aprende a disfrutarla, entiende lo bueno que tiene, porque es así, y no de cualquier otra forma, como estamos todos.

me piro a la calle, voy a terminar lo que he comenzado. no siento miedo ya.