miércoles, junio 14, 2006

denise marin, un androide en parís

denise marin es rara de fliparla. resulta extraño verla moverse por la habitación mientras prepara el café. acaba de despertarse pero aún así parece más torpe que el resto de los seres humanos. se va chocando con todo lo que encuentra, da la impresión de que se mueve mucho más rápido de lo que puede controlar, de que se mueve por espasmos. y hace todo eso de forma natural, no dice joder cuando se le cae el café o se choca por tercera vez con la mesa del salón. sigue hacia adelante, sin inmutarse, en un punto en que yo ya habría quemado la casa. a lo mejor es un androide con una paleta rota. también habla muy rápido. me ha pedido que me siente en el sofá y me ha dicho que me puedo quitar las zapatillas, si así estoy más cómoda. y no para de moverse, y de hablar.

en los huecos que me deja, le he contado que llevo mala una semana, que enganché una gripe criminal y que he estado delirando con sillas voladoras. la tía se parte el culo con mi enfermedad, tiene tanta risa que debe pararse para hacer su ritual pendular y taparse la boca. estoy intentando ser educada y procuro no mirarla fijamente cuando hace todas esas cosas, no quiero que crea que creo que es una tarada. me sale muy bien mirar a la cara como si me interesara una mierda lo que me cuentas cuando en realidad estoy pensando en cualquier cosa que no tiene que ver contigo, es un don. te sonrío, me preocupo, confías en mí.

denise se comporta como una niña. es como si careciera de todo pudor, me cuenta cosas que yo no diría con menos de seis copas en lo alto. me pregunta por mis viajes y escucha como si los estuviese viviendo ella misma, como si la hiciese volar con lo que digo. me aturde, me agobia un poco. me cuenta que ella no ha salido demasiado de parís porque le estresa viajar. dice que se preocupa por demasiadas cosas, que fantasea con todos los posibles desastres que pueden darse en un viaje, que se preocupa por la casa cuando ella no está. me dice: estoy un poco de los nervios ¿sabes? pero cuando tu madre es una puta zorra y tu padre un paleto ultracontrolador, parece fácil estar de los nervios. ahora es cuando saca el cuchillo, me corta en trozos de a mediokilo y los guarda en la nevera.

estudió filología francesa y ahora trabaja en una librería pequeña cerca del pompidou. le gusta la fotografía, tiene unos retratos cojonudos de pies de gente. sólo cuando habla de sus fotos se vuelve adulta, de golpe. es extrañanamente normal, aparca la risa de caballo y te mira a la cara. el cambio que se produce en su tono de voz me acojona más que lo de la puta zorra de su madre. pero me lo estoy pasando bien, de alguna forma retorcida y morbosa estoy disfrutando de esto. le digo que me encantaría que me acompañara esta noche a una salida por la ciudad, nada muy animal, sólo un primer tanteo. ella dice que sí. siempre sigo que sí, ¿sabes? no tengo voluntad.