miércoles, octubre 18, 2006

bruselas, 1 de octubre de 2006

- el hombre de la fotografía es massimo bruzzone, un diplomático italiano instalado en bruselas. estudió ciencias políticas en roma y es amigo íntimo de berlusconi. en los 70 se casó con la hija de un rico comerciante veneciano, marcella orsi, con la que tiene dos hijos, ninguno de los cuales vale su peso en mierda. el apodo de bruzzone es il cane. ninguna de las teorías de por qué tiene ese apodo te servirá para nada, y lo que es peor, ninguna te dejará dormir. venga de donde venga, es suyo desde niño.
- no sabe como me alegro.
- no, pero puedo imaginármelo. sigamos. bruzzone y su familia lleva unos diez años viviendo en bruselas. dios sabe como se gana la vida el hombre pero la realidad es que viven muy bien.
- ¿dios sabe?
- nosostros lo sabemos, dani, pero esa no es la cuestión. si no me paro, es irrelevante.
- entonces no hace falta que me diga dios sabe, así también ahorrará más tiempo.
- acabamos de empezar con esto y me vas a contar como tengo que explicarte el asunto. sígueme, escúchame y apunta en esa libreta todas las dudas que te surjan. al final, y sólo al final, haz las preguntas que quieras. ¿qué os pasa a los italianos que siempre tenéis que estar diciendo cosas?
- soy española, ewart. sólo intento entender bien lo que me vas a contar.
- bien, entonces escucha. esta que ves en la foto es marcella orsi. no es fácil que la encuentres cuando vayas a la casa de bruzzone pero si es así debes procurar gustarle, debes parecerle la mujer más decidida y lista de la ciudad. ella tiene que confiar, no en ti sino en tu capacidad de salvar a su marido.
- ewart...
- ¿qué?
- que me estás estresando.
- no te preocupes, te enseñaré a hacerlo. bien, dani, la cuestión es que este hombre en el que estamos interesados está metido en la mierda. no es un buen tipo, te darás cuenta en cuanto estés a su lado, pero hasta el momento todo le había salido bien. el 5 de agosto de este año, con la maletas listas para partir de vacaciones a la toscana, massimo y marcella van a una fiesta celebrada en casa de martha y françois savigny. los savigny son una familia de mucho dinero y prestigio, la creme de bruselas, unos pijos gilipollas, no sé si me entiendes.
- no te pega nada decir gilipollas.
- ¿por qué no?
- no sé, porque no te pega nada.
- vale, dani, lo cojo, no me pega decir gilipollas. no obstante, es más que posible que me lo oigas decir otras veces. bruzzone, en realidad, no es amigo de los savigny sino el amigo de un amigo y, en general, siendo diplomático se acaba colando en muchas de las fiestas de la ciudad.
bien, estamos a 5 de agosto y estos que ves aquí son martha y françois. massimo bruzzone es un mal bebedor, se turbia, se pone pesado, habla muy fuerte y casi siempre saca al grandísimo cabrón que lleva dentro. normalmente, marcella lo controla de cerca y no permite que su marido le arruine la vida social, a ella su vida social le importa mucho. sin embargo, esta noche marcella está muy ocupada saludando a todo el mundo.
- il cane...ggrrrrrrrrrrrr
- ¿qué te pasa? ¿te estoy aburriendo?
- no, sigue, es muy interesante.
- unas dos horas y muchas copas después, massimo se está dando vueltas por la casa buscando un baño. alguien le dice que en la segunda planta puede encontrar uno y, tambaleante, nuestro diplomático se dirige allí. una vez arriba, se equivoca un par de veces de puerta y llega a la habitación de emilie savigny, la adolescente que ves en la foto.
- es muy guapa.
- eso debió parecerle a él. estamos en el momento clave que puede cambiar la vida de este hombre. a pesar de ser un tipo tosco y desagradable, es un buen diplomático en muchos sentidos. a pesar de meterse en asuntos turbios, es lo bastante listo como para pasar siempre desapercibido, quedarse en segundo plano y poner la mano por debajo de la mesa. no estamos hablando, daniela, de alguien que no sabe lo que hace. por eso aquella noche lo que se apoderó de massimo bruzzone debía tener la violencia de la peor de las tormentas.
- no me jodas.
- tres días después de la fiesta, el ocho de agosto, emilie savigny se despertó gritando, llorando y rompiendo todo lo que caía a su alcance, con un ataque de histeria en toda regla. cuando su madre entró a la habitación, la niña se arrancaba el pijama a tirones dejando ver los morados que massimo bruzzone había dejado en sus brazos escualidos mientras la violaba.
- la hostia puta.
- exactamente.