te levantas y sólo quieres conducir, perderte carretera adelante, hacia ninguna parte. necesitas huir aunque no sepas de qué, necesitas salvarte. todo el mundo escapa de algo, pero yo no sé sus motivos, ni tampoco los míos. sólo quieres levantarte y correr, sin ningún plan. no es miedo a la muerte, no es lo que pueda pasarte si te quedas. el miedo a la muerte es demasiado intenso para durar más de unos minutos, no se puede soportar. vas por la carretera a toda pastilla, corres por el lado izquierdo a punto de llegar a la altura de un camión que circula por el otro carril y, de la nada, aparece un tarado que te adelanta por la derecha obligándote a frenar. vas demasiado deprisa y el coche culea varias veces, te da tiempo a pensar. tienes miedo, es el miedo a la muerte, aunque no puedas creer que te esté pasando a ti. cinco minutos más tarde vuelves a pisar pedar y a ponerte a 180 porque el miedo no es una emoción de larga duración. así es que no es eso. tal vez sea, aburrimiento, mi viejo amigo. me aburro, por eso quiero salvarme. no me gustaría que me pasara nada en amsterdam, el cuerpo muerto de dani maggio en el fondo de un canal. nadie de los que me quieren podría llorar sobre mi cuerpo. quiero mis plañideras. mi funeral. algunos de mis amigos moviendo la cabeza hacia los lados, ellos ya lo sabían, cuando se lleva una vida así es lógico acabar de esta manera. lástima, tenía tanto futuro por delante, se iba a comer el mundo. ahora es el mundo el que se la come a ella. la carne muerta de dani maggio alimentando el ecosistema de la tierra en la que yace. creo haber dicho que me quemen. mi pobre julieta. tal vez sea mejor desaparecer en un canal, o desaparecer poco a poco, la muerte sería el proceso de hacerte invisible, sería menos duro. no me gustaría darme cuenta de que no he hecho lo posible por divertirme. debería cambiar la música, o acabaré pegándome un tiro con la pistola que no tengo.
suena el teléfono.
suena el teléfono.
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