miércoles, mayo 23, 2007

desde roma hasta frosinone suena, como una lenta dosis de dolor, curtains de tindersticks. estoy tan jodidamente triste sin motivo que tengo que pensar en todas las cosas que me hacen daño al mismo tiempo, para justificarme. la voz de staples me golpea en la garganta y se me rompe el corazón. quiero un corazón nuevo cada vez que termina una canción. es todo impostura, desde luego. bajo por la autopista observando el amanecer en el lacio, sin nadie alrededor, sola y silenciosa, en un mercedes blanco que se conduce como dios. voy de negro, soy la viuda de un hombre que jamás existió. es todo teatro, la actriz y la banda sonora, humo y velocidad. cuando el disco acaba, aparco en frosinone y ya no puedo fingir que soy desgraciada.

teatro (lazio, campania, 17 abril 2007)

después de desayunar pan, tomates y tres tazas de café vuelvo a poner los arctics monkeys y le canto a los árboles del camino. me siento como el experimento de unos tarados, un conejillo de indias la hostia de bien motorizado. me da igual lo que me pase, quiero sentir el aire en mi cara, la música en mi estómago. me siento libre hoy, para morirme o lo que me salga de los cojones hacer, que no es morirme, por cierto.

espero a roberto gavazza en un café del puerto de nápoles. lo que sea que pensara encontrarme no tiene ni una puta cosa que ver con el tío que se acerca a mi mesa. porque este tío es alto y delgado, y lleva un armani que le queda bien. y este tío no es nada guapo pero tiene una cara potente, llena de huesos potentes y unos pómulos como dos torres, piel suave y mucha sonrisa. me da una mano templada y firme al presentarse, y se sienta con las piernas entreabiertas en la silla que hay frente a mí.

- hola dani, ¿has madrugado mucho?
- sí, bastante. no me importa, me gusta mucho madrugar - miento y sonrío hasta que vuelve a hablar, unos treinta largos segundos más tarde.
- pobrecita, no te gusta nada. lo siento mucho, estos encuentros tienen ese inconveniente. déjame invitarte a un café.

roberto gavazza tiene una voz fresca, a pesar de que enciende un cigarro detrás de otro. sonríe todo el tiempo y hace brillar sus ojos negros contándome una noticia que ha leído por la mañana en el periódico sobre unas obras en el centro de la ciudad. me cuenta que ha tenido problemas con la ducha, que no había agua caliente, que tuvo que usar agua fría. me cuenta que tiene una hija de mi edad que vive en londres, casada con un africano. negro, ya sabes. sonríe. sonrío, me acuerdo de amor a quemarropa. me cuenta que el mejor restaurante de nápoles pertenece a su amigo silvino y me jura que me llevará a comer la próxima vez, con más tiempo. me cuenta todo eso mientras toma un expresso tan alto como un jodido chupito.

mientras caminamos hacia el coche, tengo tal lío en la cabeza que me dan ganas de salir corriendo y empezar a gritar. empiezo a pensar que los de la s.o.i.a. me están tomando el pelo otra vez y que estamos en otra de sus pruebas. porque se supone, porque me han dicho, me han dicho estos cabrones de la agencia que vengo al sur de italia, jugándome el culo, a recoger a tres miembros de la mafia. y porque se supone que este hombre, roberto gamazza, la mente, que se ducha con agua fría cuando su termo se rompe, es la persona más sanguinaria y peligrosa de toda la camorra napolitana. y todo esto me crea conflicto, porque este hombre, al que se supone debo temer, me cae, después de media hora, mejor que la mayoría de la gente que conozco.

- ¿le gusta la ópera? he traido algún de cd de ópera, si es eso lo que le gusta.
- ¿qué venías oyendo?
- arctic monkeys.
- eso me va bien.
- ¿está seguro? son un poco, quizá, un poco ruidosos.
- me va bien, en serio. así conozco algo nuevo.

(do me a favour)

- dani, querida, vamos a pasar el día con unos gilipollas redomados. me han asegurado que sabes correr; hazme un favor, pisa fuerte esos pedales y acabemos pronto con esto.