viernes, mayo 04, 2007

tre uomini (roma 3 Abril 2007)

he conocido a marco testa en una fiesta en casa de gino. gino es el hermano de antonio falconi, sobrino segundo político del signore messi, que conocí en el portal de casa un día que venía de la compra con un millón, o más, de bolsas. ahora tengo mucho dinero y muy poco tiempo. la gente con verdadera suerte en la vida cuenta con estas dos cosas, y con juventud. luego, si son inmensamente feos esto puede joderles un poco la suerte así es que les daremos también belleza, un mínimo. la inteligencia sobra en términos de suerte. nadie te da la enhorabuena por saber pensar; si acaso alguien también inteligente, jodido, envidioso, amargado, a punto de destruirse. no nos interesan estas personas en términos de suerte.

el caso es que llego al portal, donde messi está tapado con sus mantas y cocido por su calefactor, con este montón de bolsas. he comprado cinco pares de converse, tres rojas, unas azules y unas negras. he comprado un par de 501, una docena de cremas y aceites para estar suave, ropa interior de calvin klein en cantidades industriales y una camiseta negra sin una sola letra, ni dibujo, ni siquiera forma, de dkny. la camiseta ha costado ciento seis euros. también he comprado un cinto de cuero en armani, huele a vicio.

antonio falconi me mira cuando llego y me presta su ayuda. es un tío grande, con cara de no haber matado una mosca en su vida. messi nos presenta y le dice a él que yo apenas tengo amigos, que ando todo el día sola con libros y que le parte el alma verme así. eso que dice no es del todo cierto, pero antonio falconi me cae bien y le pongo cara de penita. messi, cuando estamos solos, me dice que necesito un hombre. te voy a decir yo lo que necesito: lo que yo necesito son tres hombres tres.

marco testa está sentado en un sofá, mirando por la ventana. frente a la ventana hay una pared de ladrillo muy poco interesante, así es que supongo que está pensando en algo elevado o llorando por dentro. me siento a su lado, en el brazo del sofá que ocupa, y me presento como daniela. más tarde le pregunto si está allí sentado porque le asusta la gente, porque se aburre, porque está jodido, porque le gusta el ladrillo visto. me dice: no te lo voy a decir, y entonces sé con certeza que acabaré, antes o después, chupándole la polla a este notas, porque la continencia verbal me pone a cien y, lo que es peor, me subyuga.

vincenzo marotti estudia último año de filosofía. me dice: la filosofía no sirve para una puta mierda. como carrera es lo más estúpido que puedas imaginar; es una paja y nada más. puedes esperar que te sorprenda hasta morirte,y nunca lo hará. proporciona una satisfacción a un nivel muy primario . no entiendo nada de lo que dice pero le digo que estoy de acuerdo. me habla mucho de kierkegaard y mueve las manos sin parar cuando lo hace, como dibujando las ideas en el aire para hacerme comprender. apenas puedo pensar en nada mirando esos dedos y, detrás de ellos, una oscura piel llena de pecas pequeñas, su cara. es tan jodidamente guapo que me dan ganas de arrancarme la camiseta en medio de la biblioteca. me lleva a casa en su moto. yo me aprieto fuerte contra su espalda, levantando el último hueso de la columna. creo que ese hueso tiene un nombre y tengo claro para qué me sirve. cuando llegamos al portal le digo: te invito a un vaso de agua. él sonríe y le pone la cadena a la moto.

el piso del trastevere está básicamente amueblado por libros y por un sofá enorme. ni siquiera llegamos al sofá, tampoco bebemos agua. vincenzo me gira contra la puerta y me muerde los hombros mientras se baja el pantalón. toda mi ropa está ya en suelo. desde la puerta se ve la ventana de un vecino, pier paolo corso, un periodista que escribe para el monde diplomatique, y que también es fotógrafo. no lo digo, pero más que nada en este momento, me gustaría que estuviese mirando. me corro. se corre.

tres hombres. jerome me llamó anoche, pero jerome ya no es un hombre. es otra cosa, un ex hombre. un hombre es un hombre sólo ahora. el amor es sólo amor. y el sexo es eso otro que tenemos todo el tiempo en la cabeza.